segunda-feira, 26 de janeiro de 2009

Carta abierta a Cesária Évora, la diva de los pies descalzos





Querida Cesária,


Le escribo esta carta mientras escucho “Sodade” [1]. Como admirador de su voz y sus pies descalzos, me quedé perplejo al saber que, ni un mes después de la masacre de Israel, cuyas imágenes han recorrido todo el mundo, va a dar un concierto en Tel Aviv y otro en Jerusalén a finales del mes de enero. Entiendo que estos conciertos quizá ya estuviesen contratados con bastante antelación. Sin embargo, no entiendo cómo, después de lo sucedido, va a continuar cumpliendo su agenda y a cantar en Israel. En poco más de tres semanas, 1.300 palestinos han muerto en manos del ejército israelí, entre ellos más de 300 niños y 400 mujeres y ancianos. Lo más triste de todo esto es que, lamentablemente, la gran mayoría de la población de Israel, ya sea por ignorancia, por represión o por pura convicción, después de lo sucedido, continúa a favor de la ofensiva militar que ejecutó su gobierno. Además, el bloqueo en los pasos fronterizos continúa, dejando a la población palestina en condiciones infrahumanas.


Perdone, Cesária, pero no la consigo imaginar cantando “Sodade” mientras que en el otro lado del muro aún huele a sangre y fósforo blanco. Cuando en sus mornas canta el aislamiento y la diáspora de Cabo Verde, ¿también piensa en países como Palestina?


Por todo lo dicho, me gustaría que usted, a quien tanto admiro sin idolatraría, se pronuncie sobre los dos conciertos que va a dar en Israel. Y, en el caso de que el rígido programa de conciertos valga más que la masacre, me gustaría que, cuando cante el tema “Sodade” en Tel Aviv y Jerusalén, además de pensar en las víctimas caboverdianas e israelíes, piense en Palestina, en los palestinos de ahora y en los de antes de 1948.


Me despido de usted oyéndola cantar “Flor di Nha Esperança”:


Se m’sabia
K’gente novo ta morrê
M’ka tava ama
Ninguem
Ness mundo…[2]



Atentamente,




Àlex Tarradellas, en nombre de Tlaxcala




Notas:


[1] Sodade (en criollo) o Saudade (en portugués) significan morriña, añoranza.
[2] Si hubiera sabido / que la gente joven también moría / no habría amado / a nadie / en este mundo.

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